El Perfil del docente
El docente de Educación Inicial es quizás uno de los elementos más determinantes de todo el proceso educativo ya que es él, en última instancia, quien va a guiar de forma directa el aprendizaje de un grupo de niños y niñas, no sólo pasa gran parte del tiempo con el niño y la niña, sino que además organiza el tiempo, el espacio y su propia relación con los estudiantes en función de los objetivos educativos que desea lograr. Es por ello que las características personales de cada educador, sus vivencias, la forma peculiar de interactuar marcarán de forma singular todo el entramado de relaciones que es establezcan en el grupo.
El docente es para los niños y niñas un modelo significativo, que junto con sus padres y otros adultos relevantes en sus vidas, contribuye a forjar una imagen adulta que, en buena medida va a incidir en su desarrollo. Es por ello que la docente comprenderá un acercamiento en profundidad con el grupo de niños con el cual va a desarrollar su actividad profesional, tomando en cuenta distintas dimensiones: crecimiento físico, desarrollo cognitivo, afectivo y social, desarrollo psicológico de allí se deriva un docente multifacético capaz de involucrarse en diversos ámbitos que influyen en la educación.
Como facilitador, debe su capacidad de liderazgo y servir un guía de sus estudiantes involucrando en los contenidos a transmitir la innovación y la creación para propiciar una mejor aprehensión de los conocimientos.
Como promotor social la familia es el primer contexto de socialización de los niños y niñas. En su interior, éstos realizan sus primeros aprendizajes, establecen sus primeros y muy importantes vínculos emocionales y se incorporan a las pautas y hábitos de su grupo social y cultural. La familia juega, por tanto, un papel crucial en el desarrollo del niño.
Para que la labor educativa que comparten familia y escuela se realice correctamente, la comunicación y coordinación entre padres y maestros/as es de la mayor importancia. Por este motivo, una de las tareas que competen a la docente y al equipo educativo del que forma parte, consiste en determinar los cauces y formas de participación de los padres en la escuela.
Como administrador debe ser capaz de auto evaluarse, emitir juicios sobre su proceder y ser capaz de aplicarse los correctivos en su práctica pedagógica cuando así lo amerite.
El docente como orientador se dirige a trasformar las conductas de sus estudiantes, ser capaz de aplicar una didáctica constructivista guiando a los niños y niñas a una educación integral, adecuada a producir profesionales en un futuro que sean agentes de cambio en la sociedad. Sin embargo estas características primordiales en un docente deben ir estrechamente relacionadas con su actitud en donde, generar un clima de confianza y respeto permite que los niños niñas expresen sus opiniones y sentimientos sin miedo fomentando así la autoestima y la seguridad en cada uno de ellos.
Favorecer el acercamiento estudiante-docente siendo empáticos ante diversas situaciones a través del contacto corporal y el dialogo afectivo; ser abierto, tolerante y no autoritario para motivar a los niños y niñas a la participación, al intercambio de opiniones y el asumir responsabilidades construyendo un ambiente educativo flexible, tolerante capaz de producir el logro de los objetivos planteados de una forma armónica y eficaz.
Es por ello que la formación del docente lejos de ser una capacitación estricta en técnicas educativas, ha de orientarse hacia la adquisición de una metodología de trabajo científico y enfoque humanista que, estableciendo una adecuada relación entre conocimientos teóricos y prácticos le habilite para el desempeño de su función, lo cual conlleva a la formación permanente del docente para que asi perfeccione, mejore o actualice su labor en la práctica diaria, esto propiciará un mejor profesional y humano; que le permitirá adaptarse a los cambios, científicos, sociales en el contexto que se desempeña y propiciar las correctas intervenciones educativas para los niños y niñas.
